Acabo de regresar de Tanzania, mis retinas están llenas de luz y tengo el corazón abierto de par en par. Mientras dure esta sensación he decidido contaros nuestra experiencia en un país muy conocido y poco respetado en el continente más olvidado del mundo.
Te lo contaré por capítulos, así lo vivirás como lo viví yo. Ahí va el primero:
1. Parque Nacional de Tarangire:
Moscas tsé tsé, monos de huevos azules y el ladrón de aguacates
Salimos de Arusha bien temprano, aún de noche, para llegar a la entrada del parque a primera hora. Abren a las 7 y cierran a las 5 de la tarde. Desayunamos en el camino, sobre el capó de la furgoneta delante de un hermoso baobab. Me encantan esos desayunos en ruta.
Llegamos al parque y vamos al baño mientras Daniel se ocupa del papeleo, abre el techo del Land Cruiser que mágicamente se convierte en un vehículo de safari, y entramos al parque.
Los impalas nos dan la bienvenida y un poco más allá nos topamos con un baobab repleto de babuinos. Nos quedamos un rato contemplándolos: las hembras llevan a sus crías colgando de la tripa o montadas a su espalda. Los niños aprenden a escalar y a saltar de rama en rama mientras el macho dominante y algunos machos jóvenes se quedan en el suelo bajo el árbol, vigilando y comiéndose los frutos que van cayendo del baobab ocupado por varias decenas de babuinos.
Hay alguna trifulca y gritos, pero en general hay buen ambiente en el PUB Baobab.
Seguimos adelante y nos encontramos con uno de mis animales favoritos: las mangostas. ¡Son tan sociables y graciosas!.
Aunque estamos en época de lluvias el tiempo nos respeta. Nos quitamos los zapatos para subirnos a los asientos de la furgoneta y poder sacar la cabeza por el techo y tener unas vistas de 360 grados.
Ya nos habían avisado de que hay muchos mosquitos, moscas comunes y moscas tsé tsé y vamos embadurnadas de repelente, pero las moscas tsé tsé se ceban mordiendonos en los pies ¡a través de los calcetines! Lección 1, ponte repelente en los pies.
Y además se meten por las perneras de los pantalones. Lección 2 métete las perneras dentro de los calcetines. Ahora entiendo las pintas ridículas de Livingstone (supongo).
Las tsé tsé son tábanos rubios cuya picadura duele (como los de aquí). Durante mucho tiempo fueron un gran problema porque transmitían un parásito que provocaba la enfermedad del sueño, que puede acabar siendo mortal. Pero hace muchos años que no se detecta ningún caso en Tanzania. Esperemos no ser el siguiente, de momento sigo despierta.
Ya con los pies y los calcetines empapados en repelente ultrafuerte, seguimos adelante (twende en suahili).
Y de pronto ¡elefantes!. ¡Mis primeros elefantes africanos!¡Qué grandes y qué oscuros son! Estoy acostumbrada a los elefantes asiáticos y sabía que los africanos eran más grandes…¡Son enormes! Están un poco lejos, pero Daniel nos dice que en este parque hay un montón de elefantes, de hecho están teniendo problemas porque son muy destructivos y son muchos.
En la época seca rascan los troncos de los baobabs para succionar el agua con sus trompas. Los baobabs están llenos de heridas, algunos están enfermos, algunos están muertos, pero la mayoría siguen adelante. Son árboles duros.
Vemos algún mono pequeño de color claro con la cara oscura y una particularidad que llama mucho la atención: el escroto de los machos es de un azul turquesa intenso, casi fosforito. Se llaman monos vervet pero para nosotros serán los monos de huevos azules.
Vemos algún ñu disperso, más impalas, muchas aves rapaces, halcones y águilas, ibis, y detrás de una acacia nos encontramos la primera jirafa. ¡Qué animal más raro! Y qué simpática (es una hembra). Parece tener más curiosidad ella que nosotros. ¿Quién observa a quién?
Más adelante nos sale un elefante por nuestra derecha, muy cerca del vehículo. Es un macho, está enfadado. Parece querer arremeter contra el coche. Daniel pone marcha atrás y recula unos metros. Le habíamos cortado el paso. El imponente elefante cruza el camino frente a nosotros y sigue su camino. ¡Bufff!. ¡Cómo me alegro de tener a Daniel como guía!
Importante: en los parques naturales NO HAY QUE SALIR NUNCA DEL VEHÍCULO. Que no veamos leones, hienas, búfalos y otros animales peligrosos no quiere decir que no estén ahí, agazapados entre la hierba alta.
Están acostumbrados a los 4×4, todos son iguales y los ven como grandes animales inofensivos, pero si sacas los brazos o sales del vehículo, detectan a una posible presa fácil.
Sólo se puede salir del vehículo si el guía cree que estamos en un sitio seguro, con buena visibilidad, y nos lo indica.
¡Twende! Seguimos adelante y vemos más jirafas, muchos pájaros, más elefantes, centenares de buitres en la playa del río bañándose y tomando el sol después de algún banquete…
Es hora de comer, tenemos hambre y nos vamos a la zona de picnic a comer algo. Es una zona vallada con Rangers, es seguro comer ahí. ¿Seguro? ¡Hasta que aparecen montones de monos de huevos azules y te roban lo que pueden! ¡Y son rápidos!
A pesar de los carteles de “don’t feed the animals” los mzungu (blancos) les dan de comer, y como consecuencia se han convertido en unos ladrones experimentados. Comemos deprisa y con ojos en la espalda, nos roban patatas y un par de huevos cocidos… y son agresivos.
Lección 3. cuidado con los monos de huevos azules.
Recogemos y nos metemos en el vehículo. Nos creemos a salvo pero mientras estamos dentro hablando y esperando a Daniel, se mete un mono con sus huevos chillones por el techo y nos roba nuestro aguacate. En una décima de segundo. Daniel lo espanta y le quita el aguacate, que tira al suelo. Se sube al 4×4 mientras el mono recoge de nuevo el maltrecho aguacate y nos largamos de allí sin postre.
Twende. Seguimos. Nos quedan unas tres horas antes de que cierren el parque. Vemos alguna cebra, avestruces. Encontramos un grupo de jirafas y nos quedamos un ratito observándonos los unos a las otras.
Encontramos un hueso enorme, Daniel dice que es un húmero de elefante, el hueso del brazo. Como es un sitio seguro, Daniel nos indica que podemos salir del vehículo y hacernos una foto con el enorme hueso. Pesa mucho. Lo volvemos a dejar donde lo encontramos y seguimos.
Otro vehículo le dice a Daniel que hay dos leonas descansando en el río. Sería genial poder ver leones, debido a la cantidad de elefantes que hay en este parque los leones prefieren otros lugares y es difícil verlos aquí… ¡Y salimos en busca de las leonas!
Nos cuesta verlas, están camufladas en la arena del río y un poco lejos, pero al final, ahí están, remoloneando perezosamente en la arena parda.
Son las 5. Tenemos que salir del parque. Ha sido un día genial.
No son sólo los animales, es el ecosistema entero el que te deja sin aliento: los sonidos, los olores, los baobabs, las acacias, las moscas… hay vida por todas partes, todo está vivo ahí dentro. Nos vamos a dormir agotadas y felices.
Mañana nos vamos a convivir con los maasai, nos quedaremos a dormir en la boma… ¡no puedo esperar!