Nuestra primera ruta nos regaló los campos y paisajes de Sigiriya. Sin duda uno de los lugares que se me quedaron dentro.
Sigiriya tiene magia.
Llegada a Dambulla
Decidimos hacer nuestra primera parada en Dambulla para ver el famoso Cave Temple o Templo Dorado, un conjunto de cuevas con centenares de budas.
Nos alojamos en el Bed & Bicycle, que tenía muy buenas reseñas en Booking.
Y no fué lo que parecía. Antes de la pandemia era un sitio nuevo, limpio y bonito, pero 2 años en desuso y la desidia del propietario (y seguramente la falta de recursos) han hecho que se degrade rápidamente. Estaba sucio y descuidado, a pesar de haber reservado 3 camas tuvimos que dormir en una habitación con cama doble y colchón en el suelo.
En realidad no es importante, pero cuento esto porque nos pasó en varios alojamientos durante nuestro viaje, y puede que a ti también te pase.
No se lo reprocho, saliendo de dos años sin turismo y con una crisis económica brutal, se agradece que hayan alojamientos abiertos y mínimamente decentes.
Sólo te recomiendo que, si usas Booking, mires las reseñas posteriores al 2021.
La otra opción es llegar al sitio sin reserva, lo hicimos en alguna ocasión y nos salió bien, pero intentan aprovechar para sacarte más dinero, ándate con cuidado y consulta precios antes.
Dejamos las cosas en la habitación, la Curry en el patio y nos fuimos a pie a la ciudad, a comer algo. Eso es lo bueno que tiene el Bed & Bicycle, está a un paseo de la ciudad pero apartado del bullicio, en una zona tranquila, con jardines y bosques.
Comimos, cambiamos dinero, y dimos una vuelta por la ciudad, la verdad es que no tiene nada de especial, y si lo tiene no lo vimos. Volvimos al hostel e hicimos un ratito de cervezas y vida social con otros viajeros.
Nuestra idea era ir al templo a la mañana siguiente y seguir hacia Sigiriya.
El Templo de oro de Dambulla
Lo mejor son las cuevas principales, donde ves cientos de budas en todas las posiciones posibles.
El buda reclinado de la cueva 1 es espectacular. ¿Sabías que la figura del buda reclinado representa los últimos días de su vida?
Además hay una mezcla de figuras de distintas religiones, las cuevas están muy bien conservadas y también el exterior, de hecho es el monasterio más antiguo y mejor conservado de Sri Lanka.
El Buda dorado de abajo, la verdad, me parece bastante naïf y fuera de sitio.
Al ser un sitio muy visitado, te encontrarás con algún autobús de turistas. Nosotros fuimos a primera hora de la mañana y nos tocaron franceses. Pero se podía circular. Me imagino cómo debía estar esto el verano antes de la pandemia.
Porque se ve que es turístico, mientras subes las escaleras que llevan a las cuevas te intentarán vender pulseras, collares y otros mil artículos.
Aún así vale la pena, la entrada vale 2000 lkr, unos 6€. Recuerda llevar pantalón largo o un pareo para taparte las piernas y los hombros, no llevar gorra. Debes entrar descalza.
Con una hora y media o dos en el templo hay suficiente. Hay patios exteriores muy relajantes, si no hay mucha gente vale la pena quedarse a meditar un ratito por el lugar.
Una vez visitado el templo nos montamos en la Curry y seguimos ruta hasta Sigiriya, que está a unos 27 km de Dambulla, o sea que en una horita larga estábamos allí.
Sigiriya
Habíamos visto un alojamiento con vistas al Lion´s Rock en Booking, además era nuevecito, así que intentamos encontrarlo. Porque estaba en medio de los campos de arroz, no estaba señalizado y aquello era un laberinto de caminitos. Y Google Maps no es de fiar en Sri Lanka, para nada (tenlo en cuenta).
Total, que al final un vecino llamó y nos vino a buscar un chico de la casa. No estábamos tan lejos, hay que saberse el camino.
El alojamiento se llama Sigiriya Hillside View Villa. Lo lleva una familia adorable, nos trataron de maravilla ¡fuimos sus primeras clientas! Limpio, nuevo, agradable, en un lugar fantástico en medio de los campos con una vista excepcional del Lion’s Rock.
Nos ha salido muy bien ser 3 en este viaje. Alquilamos habitaciones “familiares”, normalmente de una cama doble y una individual, alguna vez hemos dormido las tres en una cama king size (y tan ricamente, oye). Nuestro presupuesto ha sido de 5-6€ por persona y día en alojamiento.
Aunque teníamos la Curry, íbamos hasta la aldea andando, son unos 900m. En la aldea hay un puñado de restaurantes y alguna tiendecita.
Nos cuentan que ya han señalizado el camino y que van a buscar a los clientes a la entrada de la aldea, o sea que el tema de perderse está ya controlado. Y es un sitio espectacular. Al anochecer veíamos a los pavos reales en los árboles y oíamos sus llamadas.
También había un monasterio cerca, así que al amanecer se oía a los monjes recitando la primera “puja” del día.
Por la tarde Sadeep, el hijo mayor de la familia, nos llevó a dar una vuelta por la zona y a bañarnos en el lago.
Nos habían dicho que la mejor manera de ver Lion’s rock es subiendo a una montaña adyacente, Pidurangala. Más barato, menos concurrido y más auténtico que subir a la fortificación.
Pidurangala es un monasterio, o sea que entre monasterio y fortificación militar… prefiero lo primero.
Subir al Pidurangala al amanecer.
Nos levantamos antes de las 5 porque queríamos ver la salida del sol desde lo alto del Pidurangala. Jayasundara, el padre de la familia nos acompañó y subió con nosotras.
La entrada nos costó 1000 lkr. Algo más de 3€ por cabeza. Nos habían dicho que había 600 escalones, pero más que escalones eran piedras superpuestas. Y el último tramo, desde los restos del templo con el buda acostado hasta arriba es pura escalada.
Como siempre, Eli, Sandra y Jayasundara (a quien llamábamos Jason, imposible recordar su nombre) llegaron bastante antes que yo. Yo llego a todas partes, pero me tomo mi tiempo. La parte de escalada, sola, fué un reto, ¡pero llegué arriba!
Estaba un poco nublado, pero las vistas son excepcionales y la luz naranja del amanecer lo bañaba todo.
Después de pasear por la cima y hacer fotos, compartiendo el amanecer con un centenar de viajeros más, iniciamos la bajada.
Regresamos a casa, nos pegamos una buena ducha, fuimos a comer y a las 2 de la tarde nos vinieron a buscar para ir a visitar el Parque Nacional de Minneriya ¡a ver elefantes en libertad!. Sadeep tiene un amigo que conduce un jeep y hace safaris.
Los elefantes de Minneriya
Justo cuando subíamos al Jeep se puso a llover. Por el camino nos paramos en un sitio de medicina ayurveda donde un supuesto “Doctor” nos explicó cosas sobre plantas en una mezcla de inglés, italiano y español y nos intentaron vender ungüentos y masajes… ya sabes, esas paradas turísticas a comisión.
Le dijimos a Sadeep y al chófer que se ahorraran las visitas turísticas y nos llevaran a ver elefantes, se disculparon y fueron directo al grano.
Por el camino dejó de llover. Llegamos a la entrada del parque y estaba bastante concurrida. Nos inquietamos un poco. Sentíamos que habíamos caído en una “turistada”.
Pero una vez dentro el parque es enorme, así que los jeeps se dispersan y estás rodeada de vegetación muy densa.
¿Que si vimos elefantes? Nos hartamos de verlos: en solitario, en grupo, con crías jugando, comiendo… ¡lo disfrutamos un montón!
Luego nos contaron que el parque tiene 3 zonas diferenciadas y que con las lluvias de los días anteriores se habían inundado 2 zonas y todos los animales se habían concentrado en la zona a la que habíamos ido. ¡Tuvimos mucha suerte!.
También vimos pavos reales, búfalos de agua, monos, aves y una tortuga terrestre.
Valió mucho la pena, la verdad.
El safari nos costó 10.800 lkr. 6000lkr por el jeep y la entrada 1200lkr por persona (nosotras tres más la entrada de Sadeep) En total unos 30€. Por las 3.
Fue un día muy intenso y lleno de experiencias, cenamos en la aldea y nos fuimos para casa andando.
Nuestros anfitriones se preocupaban tanto por nosotros que sufrían si no estábamos de noche en la casa, y nos salían a buscar con linternas. Esa noche no fue la excepción.
Dormimos como bebés contando elefantes, y por la mañana, después de otro desayuno descomunal, iniciamos camino a Kandy.
Nos esperaba nuestra aventura en el tren Kandy – Ella
¡Me encantó Sigiriya! Tranquilidad, vida sencilla, paisajes increíbles, vida salvaje y gente bonita. ¿Qué más se puede pedir? Me perdería por esa zona una temporada, la verdad.