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¿Por qué Uzbekistan?

Antes de empezar el viaje a Uzbekistan, en septiembre de 2023, sabía que iba a ser un viaje diferente y duro.

Me decían que cómo iba estar 4 semanas en ese país si en diez días ya lo has visto todo… y no es así, sólo te quedas con la postal de lo más turístico. La vida real del país está tras la postal, y poca gente la ve.

Me gusta viajar despacio y vivir mi viaje, no ir corriendo de un sitio a otro tachando cruces en un mapa.

Normalmente busco destinos donde disfrutar de la naturaleza, playas, montañas, bosques, lagos… la naturaleza me cura, me da la vida y me recarga.

Uzbekistan no es un destino de naturaleza, de hecho viven de espaldas a ella,es más para la gente a la que le gusta visitar ciudades míticas, su cultura y sus museos.

Aún así era un lugar que me llamaba desde hacía tiempo. Siempre había querido conocer Samarcanda. Es uno de esos nombres que se te marcan a fuego en el alma.

Y luego están las palabras mágicas:

La ruta de la seda

Las mil y una noches

Marco Polo

Alejandro Magno

Pero Uzbekistan no es sólo eso: también protagoniza una de las mayores catástrofes naturales producidas por el hombre: la desaparición del mar de Aral.

 

 

Un poquito de Historia de Uzbekistan

Su pasado no tan lejano de República Socialista Soviética ha dejado huella, y es que Rusia ya se había anexionado el territorio antes de que los bolcheviques ganaran la revolución de 1917. El 27 de octubre de 1924 nació la República Socialista de Uzbekistán después de agrupar varios territorios de la zona, que eran khanatos (reinados) independientes.

Durante el gobierno de Stalin se reprimió y “depuró” a los uzbekos. Muchos de sus dirigentes fueron fusilados o enviados a Siberia, se prohibió la religión musulmana, se cerraron las mezquitas y madrasas y ejecutaron a los activistas musulmanes.

Hay que decir que también se acabó con el analfabetismo femenino, las mujeres dieron un gran paso adelante, tenían las mismas oportunidades que los hombres.

En los años 60 se empezó a desarrollar un macro proyecto de cultivo de algodón, la URSS se había propuesto ser el mayor productor de algodón del mundo.

El algodón necesita mucha agua y empobrece la tierra. 

Ese cultivo desenfrenado, tuvo un impacto catastrófico sobre la ecología de la región: 

El uso de abonos químicos y de defoliantes envenenó la tierra y las aguas, mientras que el drenaje acelerado de los recursos de los ríos Amu Daria y Sir Daria para el riego llevó a un descenso del volumen del mar de Aral, lugar de desembocadura de estos ríos, que en cuarenta años pasó a tener la mitad de su superficie.

Y esa es sólo una de las tragedias que han vivido los uzbekos bajo el yugo soviético, se les obligó a hablar ruso y el idioma uzbeko llegó a estar en peligro, se les privó de su identidad y de su religión…

Uzbekistán consiguió la independencia el 1 de septiembre de 1991, y se convirtió en una república independiente con un gobierno autocrático y corrupto que ha manejado el país con mano de hierro. 

Tras la muerte de Islam Karimov, el presidente permanente, le sustituyó Shavkat Mirziyoyev, desde entonces parece que Uzbekistan se va abriendo al mundo poco a poco.

Aunque se ha abierto al turismo y el presidente ha ordenado que se trate bien a los visitantes, sigue siendo un país represivo, donde se vulneran los derechos humanos, se tortura, hay pena de muerte y no hay libertad de reunión ni asociación.

Uzbekistan es un estado laico con un 88% de población musulmana, un 9% cristiano ortodoxa y el resto son religiones minoritarias.

Te pongo en antecedentes sobre la situación del país hoy en día porque considero que es importante saber “dónde te metes” para entender tu entorno.

Mucha gente viaja en grupo a Uzbekistán, visita las tres grandes ciudades de la ruta de la seda: Samarcanda, Bukhara y Khiva, que son como grandes aparadores brillantes y hermosos, muy bien cuidados y limpios, unos escenarios perfectos para la foto. La postal.

Pero detrás de eso hay un pueblo que se ha visto obligado a vivir de espaldas a la naturaleza y a su identidad, y que tiene un estado represivo y falto de libertades.

Y eso, cuando te acercas a su gente, se nota.

 

10 curiosidades sobre Uzbekistan

Hay muchas cosas que llaman la atención de este país, para bien o para mal, y te las cuento tal como las he vivido en mis carnes

 

1. Las camas son muy duras

Supongo que si te alojas en hoteles de 5 estrellas no será el caso, pero yo me he alojado en Guesthouses familiares y hostales, y si algo tienen en común es que las camas son muy duras, a veces es un futón de lana de 10cm sobre una tabla de madera.

Aunque ya se están poniendo las pilas y en algunos lugares ya ponen colchones, duros también, pero al menos no te levantas con los huesos de las caderas machacados.

2. La comida está buena, pero ten cuidado

Las comidas típicas de uzbekistán son sabrosas y contundentes: 

Plov (arroz con carne de cordero y verduras), 

Laghman (los espaguetis de Asia Central, con carne y verduras)

Manti, típico de corasmia, la zona de Khiva, son como raviolis gigantes rellenos de carne o verduras.

Somsas, el equivalente a la samosas indias, algunas son deliciosas

Si pasas cerca del río Amudarya, párate a comer una sabrosa carpa del río, la hacen con un ligero empanado y se come con las manos, una delicia.

El 80% de los viajeros con los que me he cruzado han tenido problemas gástricos, incluida yo misma, que mira que como de todo.

Después de dos ataques fulminantes de diarrea y una intoxicación alimentaria, me puse a investigar el tema.

Resulta que la mayoría de los guisos se enriquecen con la grasa de la base de la cola de las ovejas.

Por eso los platos son grasientos y pesados.

Por eso nuestros estómagos occidentales acaban protestando.

También por los aceites que usan, el aceite de algodón es oscuro, fuerte e intenso.

Ten cuidado con los lácteos, en Uzbekistan no está obligada su pasteurización y además les gusta la leche ligeramente fermentada, otro bombazo para los estómagos occidentales.

Mi intoxicación alimentaria fué en una pizzeria de la capital, una pizza margarita acabó conmigo. Supongo que fué el queso.

Eso sí, Uzbekistán es el paraíso del panero. Si te gusta el pan vas a estar en la gloria, hacen todo tipo de panes a cual más delicioso, comen pan en todas las comidas, lo hay de todas las formas y sabores, incluso hacen unas somsas de hojaldre que son buenísimas.

Y luego está la fruta, dependiendo de la época en que viajes. En otoño he encontrado melones, uvas, higos, frutas deshidratadas y todo tipo de frutos secos.

O sea que de hambre no te vas a morir, aunque quizás no puedes evitar algún retortijón.

3. Las esperas y las colas en Uzbekistan

Si tienes que ir al banco a cambiar dinero o quieres comprar un billete de tren en la estación, practica la paciencia.

Aunque no haya mucha gente en la cola, la cosa va leeenta, se lo toman con mucha calma, saludan a sus respectivas familias, incluyendo los primos lejanos… 

A lo mejor tienes sólo un señor delante en la cola para comprar billetes de tren, pero cuando le toca compra billetes de tren para medio regimiento y se tira 2 horas.

O sea que, o sacas el dinero del cajero y compras los billetes de tren por internet  o a través de intermediarios (el señor que tenía delante, por ejemplo, él se tragará la cola por ti y te cobrará una comisión) o tomátelo con tiempo y con calma. 

 4. Idioma, precios y regateo.

Ten en cuenta que muy poca gente habla inglés, normalmente los jóvenes chapurrean un poco de inglés, pero la mayoría de la gente habla ruso o uzbeko. Si sabes algo de ruso te será muy útil.

Hay que echar mano de la imaginación, los gestos y Google Translator. No te agobies, aún así con voluntad todo fluye.

Uzbekistán empezó a abrirse al turismo libre a partir de 2016. Hasta entonces sólo se podía viajar en grupo, y eso es a  lo que los uzbekos están acostumbrados, a grupos de gente bastante mayor, con un nivel económico alto, que pagan lo que se les pide.

Y aunque la cosa va cambiando y ya hay más viajeros de bajo presupuesto, los uzbekos, grandes comerciantes por naturaleza, inflan los precios continuamente. Por lo tanto no te queda otra que regatear si tu presupuesto es bajo.

Los taxis son baratos, pero aún así siempre puedes conseguir un precio mejor (a veces menos de la mitad del precio que te dan de entrada).

Si vas a comer por ahí, fíjate si en el menú están los precios, si no hay precios pregunta, porque te cobrarán lo que quieran, sobre todo en los sitios más turísticos. En muchos sitios te cargarán de un 12 a un 15% por “tasa de servicio” o sea que las propinas ya están incluidas.

A la hora de comprar artesanía, regatea. Tómatelo con calma, es un juego.

En general, estipula el precio antes de utilizar el servicio (hospedaje, taxis, comida) porque sino ya te digo, te cobran lo que quieren.

No te robarán, puedes dejar tus cosas en cualquier sitio, hay como una solidaridad, un “échale un ojo que ahora vuelvo”, nadie te tocará tus cosas ni se acercará demasiado a ti.

Eso sí, son comerciantes, les gusta regatear, les gusta el “a ver si cuela”… y tienes que estar atenta… o, si llevas un buen presupuesto, pagar de más.

5. La hospitalidad uzbeka y las sonrisas cómplices de las mujeres.

La hospitalidad uzbeka es increíble. La gente te querrá ayudar, te preguntará cómo estás… las sociedades musulmanas son acogedoras por naturaleza y por precepto.

Y las mujeres son lo mejor. Trabajan todo el día, cuidan la casa, los niños y sirven al marido.

Y aún así son dulces, empáticas y solidarias con las mujeres viajeras.

Sienten curiosidad por ti, te ayudan, te sonríen… aunque no podamos hablar nos hemos reído mucho juntas. Grandes personitas.

6. Buenos coches y malas carreteras

El parque automovilístico de Uzbekistan es muy curioso. Parece que todo el mundo se compra el mismo coche. El  94% de los coches nuevos vendidos en 2018 fueron Chevrolet y el 93% del parque automovilístico uzbeko está copado por esta marca de GM. 

El motivo de este enorme poder de Chevrolet tiene una explicación sencilla: Chevrolet Uzbekistán es desde 1996 una joint venture participada en un 75% por el Estado uzbeko, en concreto, a través de la empresa UzAvtosanoat, que cuenta con más de 5.000 empleados y cuya planta de fabricación se halla en Asaka, en pleno valle de Ferghana, de donde salen cada año 250.000 unidades, entre otras del Cobalt, modelo destinado a mercados emergentes. 

Es decir, que al ser el Estado parte muy muy interesada en este mercado, el resto de posibles competidores no se come nada.

Uzbekistan es productor de gas, metano y propano concretamente. La mayoría de los vehiculos funcionan con gas, que es muy barato. Uzbekistan huele a gas.

Llama la atención ver brillantes Chevrolet blancos nuevecitos circular por carreteras destrozadas, fuera de las zonas metropolitanas las carreteras están en muy mal estado, aunque se ven indicios de que van a mejorarlas.

Y si a esta ecuación de buenos coches y malas carreteras le sumas la temeridad de los conductores uzbekos, que conducen en el carril que menos baches tiene, aunque sea el carril contrario, hablando por el móvil y esquivando agujeros, con frenazos y acelerones… de verdad, evita las carreteras uzbekas mientras te sea posible.

7. La belleza de Uzbekistan

Cuando visitas las primeras madrasas, en mi caso en el Registan de Samarcanda, se te inundan los ojos de belleza. No sé decirlo de otra manera.

Si  llevas unos días en esas ciudades hermosas, cada rincón es un nuevo descubrimiento.

No esperaba que sus ciudades fuesen tan limpias, me ha sorprendido mucho, una tiene la idea de encontrar basura cuando viaja a Asia y en Uzbekistan todo está limpio y ordenado.

Y la belleza está por todas partes, andas con una sonrisa de oreja a oreja y la baba colgando de lo bonito que es todo. Por suerte se pasa en unos días.

8. El orgullo uzbeko.

Ese país es independiente desde el 1991, hace solo 32 años. 

Aún están buscando su identidad, todavía queda mucho poso soviético y muchas instituciones y normas impuestas por derrocar.

Pero debo decir que en general se vé un país próspero, todo mejora rápidamente, han pisado el acelerador del progreso.

Están embalados, de subidón, hace poco se han descubierto yacimientos de petróleo en el sur, que se suma a la gran cantidad de gas que produce este país.

Están orgullosos de su país y no es para menos. Han sobrevivido a Alejandro Magno, Gengis Khan, la ruta de la seda, al soviet supremo… y siguen teniendo mirada de lámpara mágica y alfombra voladora. 

9. El tren en Uzbekistán

La mejor manera de moverte por este país es en tren. Las carreteras son malas y los conductores uzbekos son lo peor del mundo, son unos temerarios y no son tan buenos como ellos se creen. 

Si quieres llegar hasta Moniaq o Nukus no te queda ora que utilizar las carreteras, pero por el resto del país te puedes mover por su red ferroviaria.

Hay 3 tipos de tren:

Afrosiyob, que es nuestro Talgo en Uzbekistán, el más rápido y moderno. Es el más demandado, sobre todo por los turistas y la gente bien del país.

Sharq, en uzbeko “oriente”  el “media distancia” de Uzbekistán, para trayectos de hasta 8 horas durante el día, con sus butacas. Tiene primera y segunda clase.

Los trenes nocturnos con vagones de literas y compartimentos privados de 1a y 2a clase, han sido mis favoritos.

Estos trenes sí tienen un poso de Orient Express, con sus manteles, cortinas (en los compartimentos privados), su samovar para hervir agua, y sus historias de pequeñas vidas pasajeras.

Viajar en tren es fácil. Si vas en temporada baja puedes comprar los billetes en la estación unos días antes, si es temporada alta compralos anticipadamente en esta web Uzbekistan Railways, sólo está en ruso, uzbeko e inglés pero no es difícil de utilizar.

Puedes comprar billetes de tren con una antelación de 45 días. El más demandado es el Afrosiyob.

10. Salir de la ruta más turística.

La ruta turística en Uzbekistán es la de las ciudades de la ruta de la seda y la capital: Tashkent, Samarcanda, Bukhara y Khiva. Pero el país tiene mucho más que ofrecer.

Os contaré mi aventura por la Republica autónoma de Karakalpakia, cómo alquilé un coche con conductor desde Khiva para ir a dormir a las yurtas de Ayaz Kala y después subir hasta Moniaq a visitar los barcos fantasma del Mar de Aral, pasar por Nukus para ver un museo sorprendente y regresar a Khiva.

Esta excursión de 3 días y 2 noches alteró algo mi presupuesto, pero valió absolutamente la pena.

El valle de Fergana también es poco visitado por los turistas. Y merece la visita.. Allí estuve una semana, pero tres días estuve mala… en todo caso Marghilon fué un descubrimiento.

Me quedé con las ganas de visitar Termez, en el sur, cerca ya de Afganistán, de escaparme al Tayikistan a ver los 7 lagos… siempre queda algo por hacer y siempre vale la pena salir de lo más turístico, ahí es donde conoces el país de verdad.

Ha sido un viaje intenso y duro en el que he hecho lo que más me gusta: moverme a mi aire y aprender un montón de cosas.

Te voy contando todo lo que me ha regalado Uzbekistán en los siguientes artículos:

Samarcanda me hechiza y no me quiere dejar ir

Bukhara, la perla del desierto

Khiva, un paseo por el tiempo